Vampyr, 1932, Carl Theodor Dreyer
POR EJEMPLO:
No me importa lo que piensen de mí las mujeres que pesan cincuenta y ocho kilogramos y medio.
Los días de lluvia salgo a la calle con botines negros y un paraguas a juego.
El arroz a la marinera siempre me sale caldoso.
Cuando me siento en el metro no puedo evitar observar a las personas que me rodean imaginando sus vidas desde que nacieron.
Al caer la noche no se ve ninguna luz al final del túnel.